lunes, 2 de agosto de 2010

LAS BENDICIONES DE ISRAEL.

La Bendición Sacerdotal

En tiempos bíblicos, los sacerdotes daban su bendición cada mañana. Abraham Chill, autor del libro The Mitzvot (Los Mandamientos), lo describe así: “Los sacerdotes subían a la plataforma, levantaban sus manos sobre las cabezas y extendían sus dedos de la manera tradicionalmente prescrita.

El sumo sacerdote no levantaba sus manos más arriba de su frente, donde tenía el ‘tzitz,’ la mitra donde estaba grabado el nombre de Dios…En el Templo, el Tetragrámaton, la palabra de cuatro letras que componía el nombre de Dios [יהוה], era empleado durante la Bendición Sacerdotal, eso es, se pronunciaba según estaba escrito. Fuera del Templo, era prohibido pronunciar el nombre de Dios. Sólo se pronunciaba como ‘Adonai.’”

Al día de hoy, el pueblo judío pronuncia la bendición sacerdotal en los servicios de sinagoga y en situaciones familiares. El nombre de Dios [יהוה] no lo pronuncian en lo absoluto. Muchos cristianos pronuncian ese nombre sagrado de Dios como Jehová o Yahvé, pero eso incomoda mucho a los judíos. Ellos simplemente dicen Adonai (Señor) o HaShem (El Nombre). El Tetragrámaton no ha sido pronunciado en tanto tiempo que creen que la manera correcta de hacerlo ha quedado en el olvido.

¿A Quién Bendice Dios?

Hay muchos lugares en la Biblia donde leemos que Dios bendice a la gente en base a sus decisiones. "El bendecirá a los que temen al SEÑOR, tanto a pequeños como a grandes" (Sal. 115:13). La palabra traducida aquí como “temer” viene del hebreo yiré [יראה], lo que implica miedo, terror, respeto, reverencia y piedad.

“¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores, sino que en la ley del SEÑOR está su deleite, y en su ley medita de día y de noche!” (Sal. 1:1-2). Dios también bendice a los que aman Su Palabra y dedican valioso tiempo en leerla, meditar en ella y aplicarla.

Bendigamos a Israel

Dios prometió a Abraham, el primer hombre hebreo, que bendeciría a quienes lo bendigan y maldeciría a quienes lo maldigan (Génesis 12:3a). Vemos que esa promesa está en efecto hoy día. Las naciones y los individuos que bendicen a Israel disfrutan de bendiciones espirituales y materiales.

Hemos escuchado ese tipo de testimonio muchas veces, porque Dios verdaderamente bendice a quienes bendigan a los hijos de Abraham. El Salmo 122:6 dice: “Orad por la paz de Jerusalén: Sean prosperados los que te aman.” ¿Recuerda la historia de Balaam? Él era un profeta que trató de maldecir a Israel, pero Dios sólo le permitió bendecirlo. De hecho, Balaam declaró la misma promesa de Dios a Abraham: “Benditos los que te bendigan, y malditos los que te maldigan” (Núm. 24:9b). Decida bendecir a Israel, y usted también experimentará la bendición.

Bendiga al Señor

La Biblia está repleta del mandato, “bendecid al Señor.” Nuestras vidas deben ser caracterizadas por nuestra alabanza, adoración y exaltación del Señor, el Dios Todopoderoso. Mucha música cristiana nos ayuda a alabar y adorar a Dios. Tales canciones son realmente oraciones a Dios, al igual que los Salmos:

“Te exaltaré mi Dios, oh Rey, y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre. Todos los días te bendeciré, y alabaré tu nombre eternamente y para siempre. Grande es el SEÑOR, y digno de ser alabado en gran manera; y su grandeza es inescrutable…SEÑOR, tus obras todas te darán gracias, y tus santos te bendecirán. La gloria de tu reino dirán, y hablarán de tu poder” (Sal. 145:1-3, 10-11).

Aplique esas Verdades

Todos tomamos decisiones a diario. Decidimos bendecir o maldecir a nuestros seres queridos por nuestras palabras. Determinamos ser una bendición en sus vidas, o los herimos insensible y egoístamente. Decidimos vivir una vida reverente a Dios, o vivimos una vida irreverente. Decidimos obedecer a Dios o desobedecerle. Decidimos adorarlo de todo corazón o simplemente de boca. Decidimos bendecir a Israel o maldecirlo.

En Deuteronomio 27 y 28, leemos acerca de la opción que Dios dio a los hijos de Israel para escoger entre la bendición o la maldición. Dios les describió claramente cuáles serían los beneficios de la bendición y las consecuencias de la maldición. Aún hoy día, tenemos esa misma opción. Escoja la bendición y la vida abundante. Nunca es tarde escoger los caminos de Dios. Aún si ha tomado unas decisiones equivocadas, usted puede tornar atrás. Dios es siempre el Dios de segundas oportunidades. Escoja Sus caminos y comience a caminar en Sus bendiciones.

Por Rebecca J. Brimmer,

Presidenta Internacional y CEO

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